Mi
relación con el llamado Universo Cinematográfico Marvel es de amor-odio. Yo,
que soy de mutantes, aún no he superado que los X-Men se hayan quedado en el
limbo por culpa de acuerdos comerciales entre compañías. Incluso me irrita el
reinicio ortopédico que han hecho desde ‘First Class’, que parece sustentado
principalmente por los pectorales de Hugh Jackman. Pero es que ver a dos Mercurios
en paralelo, uno en ‘Días del futuro pasado’ y otro en ‘Los Vengadores 2’, me
pone de mala leche. Sobre todo si el primero lo mola todo y el segundo es la
cuarta hermana Olsen.
En fin,
algún día rajaré a gusto de este tema, pero de momento vine a hablar de ‘Los Guardianes
de la Galaxia’.
En mi
mutantecentrismo galopante, lo primero que pensé al conocer el proyecto de esta
película fue que el protagonista era Corsario, el padre de Cíclope y Havok.
Pero, claro, no me cuadraba mucho la cosa, teniendo en cuenta que ese grupo es
bastante marginal y me extrañaba que invirtieran dinero en él. Pronto me di
cuenta de mi error y resulta que no sólo me había equivocado de grupo sino que,
además, resultaba que Marvel y sus amigos estaban más que encantados de apostar
por una franquicia menor de su universo. Y viendo el pelotazo que ha sido ‘Los Guardianes
de la Galaxia’ resulta que les ha salido bien. ¡Odiosos!
El eco
del éxito de la película penetró incluso los gruesos muros de mi torre de
indiferencia. La brecha: el hecho de que ‘Los Vengadores’ me pareciera una
película tan buena que acabara por meterme en vena todas las pelis individuales
de los héroes en plan retrospectiva. Se da el caso que, además, por ese boquete
se ha llegado a colar entera ‘Agents of S.H.I.E.L.D.’, la serie, con lo que
creo que ya es momento de aceptar la derrota. La Estrella de la Muerte tenía un
agujero mínimo en comparación y mira cómo acabó.
Por
otro lado, el hype es un elemento indispensable en este tipo de proyectos. Ya
ni siquiera es que los estudios sepan cómo generar expectación años antes del
estreno, sino que hay un público cautivo de este tipo de películas que
prácticamente está deseando unirse al mogollón mediático. Cada gordito en el
mundo es un brioso agente de propagación de la fiebre. Así, llegué a leer que
‘Los Guardianes de la Galaxia’ estaba al nivel de ‘Los Vengadores’. Que,
atención, estamos ante la ‘Star Wars’ de esta generación. Y que hasta un
mostrenco como Batista tenía verdadero talento interpretativo, incluso debajo
de esa capa de maquillaje.
Con
semejantes expectativas es normal que el resultado final me dejara un poco más
indiferente de lo esperado. Como película, en plan formal, digo. Y a lo mejor
es muy loca la teoría que voy a exponer, pero creo que el problema fue haber
visto ‘Transformers 4: A Nadie Le Importa El Subtítulo’ días antes que ésta.
Dejando al margen que ‘Transformers’ es el equivalente a los dementores de las
películas de acción, resultó ser una bofetada de realidad en lo referente a la serielización
de las franquicias actuales. Cuando vas a ver una peli de estas ya no puedes
considerarla por separado sino que tienes que ponerla en su contexto. Son como
series, pero en pantalla grande y con añazos de espera entre capítulo y
capítulo.
Con ‘Los
Guardianes de la Galaxia’ creo que pasa esto. No hay la presión de crear una
historia redonda, sino de preparar al espectador para lo que está por venir en
las secuelas, tanto en su propia saga como en la genérica de Marvel. Sí que
recuerda un poco a las primeras ‘Star Wars’ en este sentido de proyectar la
trama más allá de la película que nos ocupa. Y en lo de querer vender muñecos,
que a lo mejor la peli no me ha molado tanto como para comprarme el disfraz de
Gamora pero un Groot bailongo en su maceta es algo que siento que necesito con
urgencia.
Como
primer capítulo de una saga, ‘Los Guardianes de la Galaxia’ se concentra en
desarrollar lo principal: el grupo de protagonistas. No existe ese recurso
fácil, pero caro, de montar una precuela a todo color y en 3D para cada miembro
del equipo, así que hay que trabajar rápido y bien para que el espectador
entienda de dónde sale cada uno y hacia dónde va. El resultado no es que sea
algo fino y elegante, pues hay alguna escena hecha a cuchillo, pero es lo que
hay. Como espectador ya sabes que tienes que poner un poco de tu suspensión de
incredulidad para aceptar como normales esos amores y esas reconciliaciones
súbitas.
Para
dar cabida a las dinámicas entre los cinco protagonistas lo que acaba sufriendo
es el argumento. “Hay un señor muy malo que quiere un fistro muy poderoso para
hacer pupa” es el boceto de la trama del 95% de argumentos de acción. Es que
incluso sin salir del Universo Cinematográfico Marvel, resulta que [y esto yo
no sé si un spoiler o no, que ya con estas cosas estoy por tirarme al suelo y
acurrucarme en una esquina, porque no entiendo nada ya, pero yo aviso de que en
un par de líneas diré cosas] el fistro de ‘Los guardianes de la galaxia’ es
parte del Fistro Super Powerboost Edition Set que unifica los desvelos de todos
los superhéroes que hemos visto hasta la fecha y da coherencia a esto del
Universo Marvel. Vamos, que es parte de una colección de armas definitivas que
incluye el Teseracto que anima el cotarro en ‘El Capitán América: La Uno’ y
‘Los Vengadores’ y el chisme (¿Éter, era?) que genera los líos en ‘Thor 2:
Nunca Me Aprendo Las Coletillas’.
Tener
toda esta visión de conjunto es un arma de doble filo. Por un lado me da la
vida y es una traslación perfecta del sentimiento que hizo que me enamorara de
los cómics de la Marvel. Esos argumentos locos que necesitaban abarcar varias
colecciones en crossovers demenciales es que me tienen ganado. Pero por otro
lado, como digo, al considerar las películas sueltas me quedo un poco vacío.
Por
ejemplo [y vuelvo a los spoilers… o eso creo], en ‘Los guardianes de la
galaxia’ hay como un malo en nómina, que es como muy anodino y nos interesa
cero, y luego hay malillos que por unas causas u otras resultan más
estimulantes, como el minion del malo, la hermana resentida de Gamora o el jefe
de Star-Lord. Y cuando digo lo de las causas u otras estoy hablando al nivel de
que las TEXTURAS del maquillaje son como para volverse loco y ya por eso el
personaje lo mola todo. Pero en fin, el caso es que todos estos que digo NO
IMPORTAN un comino, porque de repente hacen chas y te sacan a Thanos ahí todo
contento en su asteroide y al rato hacen chas chas y aparece El Coleccionista
ahí todo puesto con sus vitrinas y sus perretas. Y primero no lo entiendes y luego,
con el tiempo y su poquito de navegar por Internet, vas conectando los puntos.
Pero en la sala de cine te quedas así como oyendo la música sin pillar la
letra.
¿Qué
soy un puntilloso? Pues sí. ¿Que la peli es una pasada sin entrar en tanta
mitología marveliana? Pues seguramente también. Como expresa el consenso de la
red: es un muy buen entretenimiento. Porque está claro que tenemos todos estas
vidas tan apasionantes y llenas de desafíos elevados que necesitamos un entretenimiento
que esté a la altura en el ratito que encontramos entre que investigamos la
cura contra el cáncer y el momento en que nos ponemos a resolver la situación
macroeconómica del mundo. Yo es que lo siento, pero que la cani de turno diga,
así en plan perdonavidas, que una peli así la entretiene me pone de los
nervios. ¡Que luego resulta que lo único que hace en todo el día es esperar que
la llamen del casting de ‘Hombres mujeres y viceversa’!
En fin,
que me pierdo.
Que
pese a que yo me quedara con ganas de más, en lo que hace referencia a la
simple experiencia de verla, ‘Los guardianes de la galaxia’ mola. Funciona el
carisma de los personajes y, por tanto, de los actores. Posiblemente sea al
revés, realmente. Aunque yo la vi doblada y me perdí a Vin Diesel y Bradley
Cooper. Pero Chris Pratt está estupendo (en toda la profundidad de la
expresión), Zoe Saldana hace de Uhura ninja pintada de verde (esto es un sí) y
Batista me hizo olvidar que era Batista, con lo que ha sido Batista en esta
Abadía (esto es otro sí).
Me
gusta que la película tenga este tono modesto. De no ponerse al nivel de ‘Los
Vengadores’, que para mí no lo está, pero porque no hace falta y no porque no
pueda. El toque camp de la banda sonora, integrada en la narración. El aire más
infantil y no lo digo por el mapache con bazooka sino por recursos narrativos
obvios como la escena en la que todos los protas se hacen amiguitos o el
reprise del final de “dame la mano” (¿me ha quedado suficientemente críptico?).
Creo
entender que el entusiasmo que despierta esta película y que hace compararla
con sagas tan míticas como añoradas es justo un espíritu inclusivo que es tan
raro de ver hoy en día. Es difícil resistirse a ser un simple espectador. Si
esta peli me hubiera pillado con unos años menos ahora mismo estaría loco por
ser un Star-Lord. Por comprarme los muñecos de todos los personajes y las
miniaturas de las naves también, claro. Pero, sobre todo, ¡SER EL PUTO
STAR-LORD!