domingo, 26 de abril de 2015

‘La plaza del diamante’

Sentada en un banco, la señora Natàlia empieza a rememorar su vida desde el momento en que un tal Quimet la saca a bailar. Para ella todo empieza en ese entoldado de la plaza del Diamante y, aunque nosotros ya sepamos cómo termina, asistimos al relato de esa mujer con el corazón en un puño.

Foto: Sergio Parra

La responsable de ello es Lolita Flores, que durante hora y pico desarrolla este monólogo. Ella nos toma de la mano, explicándonos la inocente aproximación al matrimonio de una niña, y ya no nos soltaremos aunque crucemos por el horror de la guerra y nos encontremos frente a una mujer desesperada al borde de la locura homicida. Todo ello sin florituras, sin apenas moverse del sitio, adoptando cierta monotonía al desgranar los diferentes episodios de su vida. Se me ocurren mil tópicos sobre interpretaciones orgánicas y simbiosis de actriz y personaje, pero me temo que para quienes no hayan mirado a los ojos a Lolita sobre escenario cualquier cosa se queda en eso, en una frase hecha.

Esta es la segunda versión teatral que Joan Ollé hace de la novela de Mercè Rodoreda. Es un montaje minimalista, en el que la puesta en escena consiste en un banco y una guirnalda de luces. También hay una sola actriz que narra toda la historia, en lugar de las tres actrices de distintas edades de la primera versión. Es una apuesta arriesgada que repercute en el ritmo de la obra pero que beneficia notablemente la empatía del espectador. 

Reducir la novela a la esencia, a la voz de la protagonista narrando su historia, es un acierto. Incluso teniendo en cuenta lo familiarizado que está el público catalán con el texto (bueno, espero que siga siendo así). De hecho, es incluso un valor añadido que el testimonio de la protagonista ejerza de filtro sobre lo que, como lectores, ya sabemos. Es curioso percibir la versión entrañable de Quimet a través de los ojos inocentes de Natàlia, incluso cuando le impone algo tan irrespetuoso como cambiarle el nombre a Colometa. Por poner un ejemplo. Por eso, para mí, este montaje está más cerca de la novela original que la película protagonizada por Silvia Munt en 1982 y que diría que es el referente del 90% de espectadores de la versión teatral. 

Foto: Sergio Parra

‘La plaza del diamante’ estará en el Teatre Goya de Barcelona hasta el 3 de mayo (para ceder escenario a ‘Guapos & pobres, el musical’) pero solo para seguir una gira que empezó hace meses en Madrid.


miércoles, 8 de abril de 2015

¿Dónde vas, Edurne?

 
No, en serio: ¿dónde?
 
Yo, de verdad, que no quería escribir esto. Pero es que hoy he amanecido (jeje) con los comentarios sobre el estreno en directo de ‘Amanecer’ anoche en ‘Alaska y Segura’ y ya no lo he podido resistir más.

Que el problema no es dónde vas, Edurne, sino dónde te llevan. Pero tú también eres tonta, porque te dejas. No te digo que hagas un Ruth Lorenzo, que le dijo a Simon Cowell que se metiera su contrato millonario por el culo porque ella era una Artista (con mayúscula) entregada al Arte (con ídem) y que antes que doblegarse a la Industria (esta mayúscula es chunga y opresora) ella prefería hacerse un crowdfunding por el Internet porque tenía muchas cosas que aportar a las vidas de todos nosotros. Te digo que no lo hagas, Edurne, porque del disco este crowdphantom de la Ruth solo le queda el tattoo molón en el brazo, que la chavala ha acabado de jueza del “Levántate” después de sacar un disco que haría las delicias de Vale Music. O sea, que no es que se haya doblegado, es que la tipa se ha vuelto contorsionista. Tú por lo menos, Edurne, eras copresentadora del ‘Todo va bien’. Que, oye, es el mismo título que tiene Belén Esteban en el suyo y seguro que cobrabas menos. Pero, ¿y lo bien que te lo pasabas?  
 
Aunque, claro, tu época de hacer discos casposos ya la pasaste. Ruth aún no ha tenido que hacer el consabido disco de versiones que todo cantante de este país tiene que grabar como peaje a la fama (o algo). Porque sabes que te quiero, Edurne, pero tu ‘Hopelessly devoted to you’ hace llorar a mi amigo Bernie. Y eso no te lo perdono. Aún te diré más: lo del disco de canciones de musical fue una cobardía. En ese sentido Soraya te da mil vueltas: ella vio que el público gay era lo único que la podía salvar de volver a repartir chopped en el avión y hasta su disco de peaje tiene cierta molonidad. Es una cosa atinada, con cierta gracia. Elegancia incluso. A ti solo te salva que Roser se autoinmolara ella sola en un disco de versiones de Raffaella Carrá. La desesperación es muy triste, Edurnity, querida. Toma nota.
Bueno, a todo esto, yo venía a poner a parir a todo el desatino que supone la era ‘Amanecer’. No a ti, que ya sabes que eras la más mona de OT. Tu momento de gloria fue lo de ‘This boots are made for walking’, que visto así en retrospectiva da bastante flojera, así que imagina lo mierder que era tu edición como para que eso nos pareciera la leche. Coño, es que te fuiste a enamorar de Fran Dieli, mira si el tema no era para ponerse a dormir. Pero el tema es que en casa nos encantas. Eres muy Kylie. Con talento, algo limitadita, pobre, pero maja a rabiar y se te ve buenaza. Podrías habernos borrado a Marta Sánchez y su eterna acritud de la mente, pero es que hasta en eso eres tibia, tía. Al final Marta ha demostrado tener más vista comercial que tú en lo de ser jurado de un talent caspa. También es mala pata que solo hayas podido mostrar lo que haces en programas como ‘Tu cara me suena’ y ‘Mira quien baila’. Que los nombres nada más ya dan ganas de llorar. Aunque llorar supongo que llorarías cuando la Esteban te ganó. Da un poco de yuyu tanto paralelismo con la princesa del pueblo, ahora que lo pienso. En resumen, que jode que a una chica curranta como tú, con ganas y que además aprende rápido le haya ido tan mal. Que lo digo yo, que una vez he pagado el alquiler del mes me tengo que alimentar de bocatas de atún. Pero, chica, no sé, me gusta pensar que podrías haber llegado mucho más lejos si este país fuera diferente.
Me desparramo. ‘Amanecer’. De hecho creo que lo más digno de toda esta vaina eres tú. Por supuesto no el letrista, porque hay que tener poco sentido del ridículo para dejar puesto en el papel la sarta de tonterías que dices en la canción. Y mucho menos el director del videoclip, que vaya tela lo del pavo pretendidamente buenorro corriendo a cámara lenta. Si tu carrera como cantante está en la cuerda floja, no quiero pensar la del gachó como… ¿actor? ¿modelo? Tampoco tiene vergüenza el que te hizo decir que España nunca había llevado algo así al festival. No puedes generar esa expectación y aparecer con semejante esperpento. Porque, querida, de basura con pretensiones hemos llevado unas cuantas ya. 
Pero suma y sigue. La actuación en ‘Alaska y Segura’ fue un bodrio. Que, insisto, talento tienes y, mira, si cierro un poco los ojitos así mientras escucho el audio la cosa tiene un pase. Porque te queremos, recuerda. Te perdonamos todo, menos que hagas llorar a Bernie. Aunque apunta también: tres minutos subida en una peana para mover los brazos en plan raro se hacen eternos. Cuando la canción es un rollo, más.
Si te consuela, piensa que en este país no tenemos ninguna industria que valga la pena, así que la musical no iba a ser la excepción. Igual que tú te estás rompiendo los cuernos intentando trabajar de lo que te apasiona, hay por aquí muchísimos jóvenes (y no tanto) que, a pesar de su talento, tienen que renunciar o buscarse la vida fuera. Pecaré de demagogo, aunque lo hago para que te sientas mejor: si no sabemos tratar a los científicos en este país, es hasta normal que no sepamos qué hacer con las artistas.
En fin, Edurne, que entiendo que estés deprimida y avergonzada y no te apetezca ni participar en los eventos previos al festival, como el pastel ese que hacen en Amsterdam. Ni que te fueran a votar más los eurofanes por ver cómo te lo curras. Mejor esconder el bodrio de canción ese que llevas, tipo lo que hicieron ayer en La 1, que cantaste casi a la misma hora en que el otro día leyeron el nombre del ganador de ‘Gran Hermano VIP’. Si cuando yo digo que dan miedo los paralelismos…

 

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