lunes, 3 de agosto de 2015

'Ant-Man'



Cuando Arnold Dane descubrió que su amada esposa Suzanne le había puesto los cuernos, decidió que el mejor momento para abordar la cuestión era mientras pilotaba la avioneta familiar en la que, además, viajaba su hija de tres años, Lorna. Bueno, error: Lorna era la niña que él había amado como suya pero que, en realidad, era fruto de la relación adúltera de Suzanne y un tal Magneto. Arnold, que ya se puede deducir que muy avispado no era si pasó por cornudo y padre de una niña de pelo verde durante años, pensó que allá en las alturas la traidora de su mujer no podría escapar de la furia de un hombre engañado. Y vive Dios que no escapó. Claro que él tampoco salió vivo de esa. Se conoce que la discusión entre el matrimonio fue escalando en intensidad hasta que, para intensita la nena, Lorna les pidió que se callaran del modo más efectivo que supo: generando un pulso electromagnético que apagó la avioneta. Cayeron y callaron. Para siempre. Magneto acudió a la llamada de la sangre y, viendo el percal y acogiéndose a la prudencia por una vez, pidió a Mente Maestra que le reescribiera los recuerdos a la niña y la colocó en casa de la hermana de la suelta de Suzanne. 

Pasaron los años y Lorna creció sana y feliza, ignorando que tenía poderes mutantes y un historial parricida. Al llegar a mocita se medio echó un novio, al que llamaban el Hombre de Hielo no por ser sentimentalmente incapaz sino porque era mutante. Fue el primero de una lista de errores en la elección de parejas, pues el tal Hielo terminó saliendo del armario años después. El caso es que, con esas, Lorna acabó ahí zascandileando con mutantes, hasta que un buen día llegó Magneto y le dijo “soy tu padre” y la metió en una máquina para despertar sus poderes mutantes latentes. ¿Pero qué sentido tenía eso si Magneto fue el que la había escondido tiempo atrás entre la white trash? Pues ninguno, porque es que resultó que Magneto no era Magneto, porque Magneto estaba muerto o, mejor dicho, se hacía el muerto para el mundo en plan bromi, y quien Lorna creía su padre era en realidad un robot. Mira si no es triste el tema. ¿Qué cómo una persona adulta puede confundir un androide con un padre? Bueno, ahí tuvo que ver que un tal Mésmero le manipulara la mente a la pobre Lorna para volverla malvada, que fue cuando en lugar de Lorna empezó a hacerse llamar Polaris, que es más nombre de villana mutante.

Cuando se resolvió todo este entuerto y Lorna volvió a ser buena, se echó un novio que resultó ser otro error porque era un Summers (el hermano de Cíclope, nada menos) y juntos se marcharon a hacer excavaciones en plan geólogos o alguna mierda así. El tema es que, sin comerlo ni beberlo, Lorna acabó siendo poseída por una entidad maligna llamada Malicia, con tanta mala pata que lo que se preveía una posesión de quita y pon terminó siendo permanente.  A todo esto, Mr. Siniestro sabía lo que iba a pasar, pero calló como un puta porque necesitaba una líder molona para que los Merodeadores ejecutaran la Masacre Mutante o una movida así gorda del estilo. 

Reposeída para el mal de nuevo, Polaris no tuvo tiempo, sin embargo, de demostrar lo cabrona que era porque, mira tú, apareció una hermana suya llamada Zaladane desde lo más profundo la Tierra Salvaje y la secuestró, muerta de envidia, para robarle los poderes mutantes. En el proceso, a Lorna le quitaron sus poderes, le arrancaron a Malicia y la convirtieron en una gigantona con superfuerza e invulnerabilidad. Que Dios (o, para el caso, el Alto Evolucionador) cierra una puerta pero abre una ventana. Y si no puedes manipular el magnetismo, puedes ser Hulka. O actuar como portal para el advenimiento del Rey Sombra, que eso es algo en lo que Lorna también tuvo que ver, otra vez sin querer, debido a la energía chunga de la que Polaris sacaba sus nuevos poderes.

Esto es solo un extracto de la azarosa vida de Lorna Dane, aka Polaris. Hay otros grandes momentos, como cuando Alex Summers la planta en el altar porque en realidad está enamorado de otra, o como cuando Lorna acaba siendo uno de los Cuatro Jinetes de Apocalipsis y, por supuesto, es LA PESTE.

¿Por qué suelto este rollo en una entrada sobre ‘Ant-Man’, que ni siquiera es mutante? Pues para que veáis lo enloquecido de las tramas de cómics de superhéroes. Con qué alegría se mezclan conceptos absurdos y se encabalgan historias inversemblantes. Y también, por qué no decirlo, porque es mucho más interesante hablar de una loser integral como Polaris que de ‘Ant-Man’.

‘Ant-Man’ es esa película que consigue que la frase “tu madre se volvió subatómica” suene ridícula, como sacada de una película de Dunia Ayaso y Félix Sabroso y descontextualizada en plan mal. Eso, insisto, en un universo, qué digo universo… ¡multiverso!, en el que existen personajes como Lorna Dane es una cagada en toda regla. Entendedme, en una peli con vocación de blockbuster veraniego no se puede pedir mucho, pero “¡Son las partículas [estas chungas de mi padre], que le afectan al cerebro!” no sería la forma de justificar al inclasificable malo de la peli. Y con esto ya van dos spoilers en un párrafo, así que seguiremos adelante para bingo.

La sensación general que me transmite la película es que se han esforzado poco y la han producido en serie, porque tocaba llenar el calendario de estrenos Marvel y dar algún bocado que llevarse a la boca al fandom antes de ‘Civil War’. Lo cual es lícito, pero creo que puede hacerse con más dignidad.
Las comparaciones son odiosas, pero a ‘Ant-Man’ le toca ocupar el hueco que dejó el año pasado ‘Los Guardianes de la Galaxia’: estreno estival y con personajes secundarios del universo Marvel. El camino ya estaba marcado, pero en lugar de hacer una película autoconsciente y con algún valor añadido externo a la película (estoy pensando en el “Awesome mix” de la banda sonora) en ‘Ant-Man’ se han inclinado por una película de trámite donde ni siquiera el protagonista resulta carismático. Que no es que Chris Pratt sea Chris Pratt (que lo es, vaya si lo es), pero en su primera escena walkman en ristre ya queda claro cómo es su personaje. Yo aún intento intuir si el personaje de Paul Rudd en ‘Ant-Man’ es un adorable caradura o un imbécil integral. En cualquier caso, gracioso no resulta y los pocos momentos memorables de la película no cuentan con él.

Y chimpón. Que poco más tengo ganas de añadir. Que después de Lorna me han entrado ganas de hablar de su concuñada Madelyne y ahí sí que ya me pierdo…



viernes, 17 de julio de 2015

'In the flesh'



Foto: BBC

En esta Abadía apartada del mundanal ruido los zombis son cosa seria. Son fruto de algo tan molón, a la par que censurable, como es la nigromancia. Doblegar fuerzas sobrenaturales para reanimar el cuerpo de los muertos rebaja a categoría de truco de feria cualquier otra manifestación de magia, por lo que los zombis son poco menos que la cima de la hechicería clásica. Que su aspecto tambaleante y limitadito no os engañe: son arte y poderío.

Por eso tardé un poco en asimilar que en las mentes contemporáneas los zombis ya no tienen una interesante conexión con el Más Allá sino que son algo más ramplón. Son enfermitos que se han contagiado, pobres, de un virus. Que es todo como más posmoderno y fíjate tú que el hombre es un demonio para el hombre y que el terror absoluto viene de los laboratorios gubernamentales. A mí los discursos culturales me parecen muy bien, pero es que los zombis de verdad me parecen aún mejor. Además, con razón se van tambaleando por la vida. Si una mal virus gástrico te puede dejar KO imagínate un virus Z. Aburrido.

‘In the flesh’ lleva esta tendencia un poco más allá y propone qué pasaría si los infectados pudieran curarse, llegado el momento. O sea, un mal día estás ahí comiendo cerebros y al día siguiente te ponen una inyección y ya vuelves a ser tú. Una versión intacta pero podrida de ti, claro, que diría aquella. ¿Cómo asumirías tu nueva condición? ¿Cómo gestionarías el recuerdo de unos actos irracionales desde tu recuperada conciencia? Y, al mismo tiempo, ¿cómo te acogería la sociedad a la que te habías propuesto hincarle el diente?

La serie consta de dos temporadas (nueve episodios en total) y, aviso a navegantes, fue cancelada y no habrá una tercera. Como no tiene misterio central ni nada, el final es un chim-pon tolerable pero que deja cierta sensación de vacío, posiblemente porque la serie se va por unos derroteros algo decepcionantes en su tramo final.

Desde mi punto de vista, ‘In the flesh’ mola en la medida que se centra en el drama del protagonista. Resulta brillante en el modo en que explica su sufrimiento y lo pone en un contexto bien acotado. Es difícil no empatizar con el bonico de Kieren viendo el pueblo de mierda en el que vive y la familia tan funcionalmente disfuncional que tiene. Y cuando el suicidio no sirve, porque estabas fuera y te vuelven a meter dentro… ¿qué haces?

Luego, a medida que se van incorporando elementos en la trama, el conjunto se resiente. Sobre todo cuando se pone encima de la mesa un apocalipsis de chichinabo que sacrifica unas reglas claras y concretas (que es lo mínimo que un Armagedón en condiciones debe tener) en favor de un giro argumental cutre. ‘In the flesh’ funciona mucho mejor a nivel de personajes que de tramas, por lo que resulta frustrante que las circunstancias terminen llevando a situaciones que resultan inverosímiles para el canon de la serie. La segunda parte de la segunda temporada es especialmente dolorosas en lo referente, de nuevo a Kieren y su familia. Por no hablar del villano que se buscan para la ocasión, que termina siendo uno de los más prescindibles y absurdos de la historia de la televisión. No hacía falta. Había cosas mucho más interesantes para explorar. No había que irse muy lejos, porque el hecho es que la serie está llena de situaciones maravillosas. El triángulo amoroso de los novios que tienen que convivir con el ex retornado de ella. Las raves a base de sesos de oveja. La suegra cabrona y zombi. Una suegra cabrona y zombi, por el amor de Dios.

Así las cosas, en mi humilde opinión, poco más había que rascar en una supuesta tercera temporada. Para series lentorras de ambientación deprimente hasta prefiero ‘Les Revenants’, una en la que los muertos volvían también en plan hola qué tal, aquí no ha pasado nada, aunque sin el factor zombi. Era todo como más fantasmal. Sobrenatural. Como tiene que ser.


lunes, 1 de junio de 2015

‘Tomorrowland’: el futuro es una ciudad de Calatrava

It's Disney, bitch!

Ya podemos reivindicar nuestro niño interior y predicar lo bonito de ver el mundo a través de sus ojos inocentes, que cuando empezamos a hablar de una película nos sale el crítico del ‘Cahiers du Cinéma’ y no pasamos ni una. ‘Tomorrowland’ hay que verla del mismo modo que veíamos ‘Herbie, torero’ y todas esas delicias que venían en formato VHS dentro del mitiquísimo estuche blanco de ‘Walt Disney Home Entertainment’. Todo lo demás es… es… de adulto. *escalofrío*

Porque, sí, el director es Brad Bird. “Del director de ‘Los increibles’ y ‘Ratatouille’ llegaaaaa… ¡‘Tomorrowland’!” Pero eso es algo que solo nos importa a los que hicimos EGB. ¿Cuándo averiguaste el nombre del director de ‘Los Goonies? Suponiendo que lo sepas, claro. Por otro lado, el protagonista (o algo) es George Clooney, que para nuestro niño es intercambiable 100% por cualquier señor de más de 30 años aunque a la madre que paga la entrada le cueste entenderlo.

Además, si tan racionales quisiéramos ser nos tendríamos que negar en redondo en participar como espectadores en cualquier proyecto que involucre a Damon Lindelof. ¿No nos gusta jugar a la imdb? ¿Eh? Entonces, ¿qué estamos haciendo volviendo una y otra vez a las estupideces de este hombre? ¿Cuántas pruebas más necesitamos de que mucho lirili y poco lerele? Que sí, que plantea puntos de partida efectistas y atractivos pero es incapaz de concretarlos y darles recorrido en algo tan mundano como un guion. 

Para mí, lo que tiene que molar de ‘Tomorrowland’ mola: la empatía con la protagonista y el efectismo visual. Si yo fuera chaval me rendiría ante el carisma de Casey Newton, me fascinaría Athena y me haría pis con todo el despliegue de Tomorrowland. Muy posiblemente la pega que le buscaría a la peli es que la ciudad del futuro sale poco y que mola mucho más cuando es una maravilla luminosa y etérea que cuando reconoces el edificio ese que hay en Valencia. Como niño, también me hubiera gustado que el malo fuera más malo porque en la maldad está lo que mola. Este malo habla mucho y hace poco de malo. Los que malos que sí molan son los hombres de negro y el tipo de la sonrisa chunga. Y los de la tienda de friquis son la puta caña. 


Y, si fuera niño, a lo mejor, qué bonito es soñar, resulta que dentro de 20 años me dará un ataque de nostalgia por conseguir un pin con una T azul sobre fondo naranja. 

viernes, 29 de mayo de 2015

‘Mad Max: Fury Road’

¿Vosotros echábais de menos ‘Mad Max’? Porque yo no. Y mira que también tengo mis momentos de debilidad y me dejo llevar por la absurda nostalgia ochentera que nos invade. Pero es que de esta trilogía de películas apenas recuerdo a Tina Turner y sus pendientes de Ondamanía. Y ya no sé si sale en la segunda o en la tercera peli. Y Tina es la mala, ¿no? Porque Mel Gibson es el bueno, ¿verdad? Eso sí, la canción es un clásico imperecedero. Como la de Glenn Medeiros. Total, que algún productor sí que debía echar de menos ‘Mad Max’, porque el caso es que han dejado que George Miller continúe con el tema ahí donde lo dejó.

 
Vista la película, la verdad es que no entiendo muy bien qué le había quedado pendiente de contar al hombre. Me lo imagino ahí treinta años todo contrito, revolviéndose durante el sueño en lo más oscuro de la noche, despertando sudoroso en plan “Oh Dios mío, tengo todo esto dentro y necesito sacarlo”. Pero, al fin y al cabo, ‘Mad Max’ va de una tipa que pilla un camión y conduce ahí to’loca en línea recta mientras la persiguen y, llegado un punto (¡alerta spoiler!) se da media vuelta y sigue conduciendo en línea recta. Decir que hay ahí un subtexto interesante es como decir que qué bonica Leticia Sabater, arquetipo del juguete roto y la crueldad de lo efímero.

Me inclino más bien por pensar que lo que tenía sin dormir a George Miller eran los videoclipses de Lady Gaga y las películas de Michael Bay. Si con cuatro karts y dos muelles triunfó en los ochenta, qué no podría hacer con kilos de maquillaje, una pantalla verde y un par de Macbooks.

En ese sentido estético, las cosas como son, la película mola mil. De hecho aproveché la ocasión para ir a verla a la sala Phenomena, que es donde de verdad hay que ir a ver las películas si te importa el factor técnico. Es imposible no hacerte pis en la butaca con semejante proeza de alta definición y ese despliegue de Dolby Atmos, pero es que ‘Mad Max: Fury Road’ no está pensada para verla en screener con tu tableta, aunque sea un iPad con Retina.

Todo en la película pretende ser icónico hasta el hartazgo. Donde los personajes no llegan mediante el guión, llegan a golpe de caracterización. Ya no solo los principales como Furiosa, verdadera protagonista, o Inmortan Joe, el malo de la función, sino incluso personajes meramente funcionales como el harén de esposas, que parece un catálogo de Tommy Hilfiger postapocalíptico, o los War Boys. Si es que hasta el notas que va amarrado a un camión tocando la guitarra es un robaplanos...

 
Es más, el guión está pretendidamente podado para potenciar el impacto estético. A pesar de insertar flashbacks y alucinaciones en plan Balagueró en mitad de las escenas, en ningún momento se detiene la acción para explicar nada. Ni quién es Max ni cuál es su historia, ni cómo funciona el nuevo mundo en el que nos encontramos. Simplemente se nos lanza en mitad de una sociedad con conceptos tan molones como ‘bolsas de sangre’ y pintarse con espray la boca antes de suicidarse. Y tira millas –pun intended–. Pero como todo es tan chulo, de hecho nos mola que sea así. 

Sobre la acción… pues eso, es LA acción porque solo hay una. Desde que empieza hasta que acaba esto es un festival de tiros, mamporros y coches convertidos en chatarra. Que tiene mérito, y mucho, porque a pesar de durar dos horacas el festival y tener tan claro quiénes son los buenos el festival te mantiene en tensión todo el rato.

Dice Miller que tiene material para dos películas más, mínimo. Qué menos, digo yo, si con algo tan tonto como Furiosa yendo a echar gasolina te monta un numerazo  como este…


domingo, 26 de abril de 2015

‘La plaza del diamante’

Sentada en un banco, la señora Natàlia empieza a rememorar su vida desde el momento en que un tal Quimet la saca a bailar. Para ella todo empieza en ese entoldado de la plaza del Diamante y, aunque nosotros ya sepamos cómo termina, asistimos al relato de esa mujer con el corazón en un puño.

Foto: Sergio Parra

La responsable de ello es Lolita Flores, que durante hora y pico desarrolla este monólogo. Ella nos toma de la mano, explicándonos la inocente aproximación al matrimonio de una niña, y ya no nos soltaremos aunque crucemos por el horror de la guerra y nos encontremos frente a una mujer desesperada al borde de la locura homicida. Todo ello sin florituras, sin apenas moverse del sitio, adoptando cierta monotonía al desgranar los diferentes episodios de su vida. Se me ocurren mil tópicos sobre interpretaciones orgánicas y simbiosis de actriz y personaje, pero me temo que para quienes no hayan mirado a los ojos a Lolita sobre escenario cualquier cosa se queda en eso, en una frase hecha.

Esta es la segunda versión teatral que Joan Ollé hace de la novela de Mercè Rodoreda. Es un montaje minimalista, en el que la puesta en escena consiste en un banco y una guirnalda de luces. También hay una sola actriz que narra toda la historia, en lugar de las tres actrices de distintas edades de la primera versión. Es una apuesta arriesgada que repercute en el ritmo de la obra pero que beneficia notablemente la empatía del espectador. 

Reducir la novela a la esencia, a la voz de la protagonista narrando su historia, es un acierto. Incluso teniendo en cuenta lo familiarizado que está el público catalán con el texto (bueno, espero que siga siendo así). De hecho, es incluso un valor añadido que el testimonio de la protagonista ejerza de filtro sobre lo que, como lectores, ya sabemos. Es curioso percibir la versión entrañable de Quimet a través de los ojos inocentes de Natàlia, incluso cuando le impone algo tan irrespetuoso como cambiarle el nombre a Colometa. Por poner un ejemplo. Por eso, para mí, este montaje está más cerca de la novela original que la película protagonizada por Silvia Munt en 1982 y que diría que es el referente del 90% de espectadores de la versión teatral. 

Foto: Sergio Parra

‘La plaza del diamante’ estará en el Teatre Goya de Barcelona hasta el 3 de mayo (para ceder escenario a ‘Guapos & pobres, el musical’) pero solo para seguir una gira que empezó hace meses en Madrid.


miércoles, 8 de abril de 2015

¿Dónde vas, Edurne?

 
No, en serio: ¿dónde?
 
Yo, de verdad, que no quería escribir esto. Pero es que hoy he amanecido (jeje) con los comentarios sobre el estreno en directo de ‘Amanecer’ anoche en ‘Alaska y Segura’ y ya no lo he podido resistir más.

Que el problema no es dónde vas, Edurne, sino dónde te llevan. Pero tú también eres tonta, porque te dejas. No te digo que hagas un Ruth Lorenzo, que le dijo a Simon Cowell que se metiera su contrato millonario por el culo porque ella era una Artista (con mayúscula) entregada al Arte (con ídem) y que antes que doblegarse a la Industria (esta mayúscula es chunga y opresora) ella prefería hacerse un crowdfunding por el Internet porque tenía muchas cosas que aportar a las vidas de todos nosotros. Te digo que no lo hagas, Edurne, porque del disco este crowdphantom de la Ruth solo le queda el tattoo molón en el brazo, que la chavala ha acabado de jueza del “Levántate” después de sacar un disco que haría las delicias de Vale Music. O sea, que no es que se haya doblegado, es que la tipa se ha vuelto contorsionista. Tú por lo menos, Edurne, eras copresentadora del ‘Todo va bien’. Que, oye, es el mismo título que tiene Belén Esteban en el suyo y seguro que cobrabas menos. Pero, ¿y lo bien que te lo pasabas?  
 
Aunque, claro, tu época de hacer discos casposos ya la pasaste. Ruth aún no ha tenido que hacer el consabido disco de versiones que todo cantante de este país tiene que grabar como peaje a la fama (o algo). Porque sabes que te quiero, Edurne, pero tu ‘Hopelessly devoted to you’ hace llorar a mi amigo Bernie. Y eso no te lo perdono. Aún te diré más: lo del disco de canciones de musical fue una cobardía. En ese sentido Soraya te da mil vueltas: ella vio que el público gay era lo único que la podía salvar de volver a repartir chopped en el avión y hasta su disco de peaje tiene cierta molonidad. Es una cosa atinada, con cierta gracia. Elegancia incluso. A ti solo te salva que Roser se autoinmolara ella sola en un disco de versiones de Raffaella Carrá. La desesperación es muy triste, Edurnity, querida. Toma nota.
Bueno, a todo esto, yo venía a poner a parir a todo el desatino que supone la era ‘Amanecer’. No a ti, que ya sabes que eras la más mona de OT. Tu momento de gloria fue lo de ‘This boots are made for walking’, que visto así en retrospectiva da bastante flojera, así que imagina lo mierder que era tu edición como para que eso nos pareciera la leche. Coño, es que te fuiste a enamorar de Fran Dieli, mira si el tema no era para ponerse a dormir. Pero el tema es que en casa nos encantas. Eres muy Kylie. Con talento, algo limitadita, pobre, pero maja a rabiar y se te ve buenaza. Podrías habernos borrado a Marta Sánchez y su eterna acritud de la mente, pero es que hasta en eso eres tibia, tía. Al final Marta ha demostrado tener más vista comercial que tú en lo de ser jurado de un talent caspa. También es mala pata que solo hayas podido mostrar lo que haces en programas como ‘Tu cara me suena’ y ‘Mira quien baila’. Que los nombres nada más ya dan ganas de llorar. Aunque llorar supongo que llorarías cuando la Esteban te ganó. Da un poco de yuyu tanto paralelismo con la princesa del pueblo, ahora que lo pienso. En resumen, que jode que a una chica curranta como tú, con ganas y que además aprende rápido le haya ido tan mal. Que lo digo yo, que una vez he pagado el alquiler del mes me tengo que alimentar de bocatas de atún. Pero, chica, no sé, me gusta pensar que podrías haber llegado mucho más lejos si este país fuera diferente.
Me desparramo. ‘Amanecer’. De hecho creo que lo más digno de toda esta vaina eres tú. Por supuesto no el letrista, porque hay que tener poco sentido del ridículo para dejar puesto en el papel la sarta de tonterías que dices en la canción. Y mucho menos el director del videoclip, que vaya tela lo del pavo pretendidamente buenorro corriendo a cámara lenta. Si tu carrera como cantante está en la cuerda floja, no quiero pensar la del gachó como… ¿actor? ¿modelo? Tampoco tiene vergüenza el que te hizo decir que España nunca había llevado algo así al festival. No puedes generar esa expectación y aparecer con semejante esperpento. Porque, querida, de basura con pretensiones hemos llevado unas cuantas ya. 
Pero suma y sigue. La actuación en ‘Alaska y Segura’ fue un bodrio. Que, insisto, talento tienes y, mira, si cierro un poco los ojitos así mientras escucho el audio la cosa tiene un pase. Porque te queremos, recuerda. Te perdonamos todo, menos que hagas llorar a Bernie. Aunque apunta también: tres minutos subida en una peana para mover los brazos en plan raro se hacen eternos. Cuando la canción es un rollo, más.
Si te consuela, piensa que en este país no tenemos ninguna industria que valga la pena, así que la musical no iba a ser la excepción. Igual que tú te estás rompiendo los cuernos intentando trabajar de lo que te apasiona, hay por aquí muchísimos jóvenes (y no tanto) que, a pesar de su talento, tienen que renunciar o buscarse la vida fuera. Pecaré de demagogo, aunque lo hago para que te sientas mejor: si no sabemos tratar a los científicos en este país, es hasta normal que no sepamos qué hacer con las artistas.
En fin, Edurne, que entiendo que estés deprimida y avergonzada y no te apetezca ni participar en los eventos previos al festival, como el pastel ese que hacen en Amsterdam. Ni que te fueran a votar más los eurofanes por ver cómo te lo curras. Mejor esconder el bodrio de canción ese que llevas, tipo lo que hicieron ayer en La 1, que cantaste casi a la misma hora en que el otro día leyeron el nombre del ganador de ‘Gran Hermano VIP’. Si cuando yo digo que dan miedo los paralelismos…

 

domingo, 15 de marzo de 2015

El anuncio de Aurgi con Mario Vaquerizo y la otra chica esa rubia

Hace un par de años recibimos con alborozo un anuncio de Aurgi protagonizado por Rebeca. Nuestra mejor amiga. La prima de Benicio del Toro. Este anuncio:



El caso es que, por muchas risas que nos pegáramos al respecto, la campaña era perfecta, tanto en planteamiento como en ejecución:

- Tenía un mensaje claro y potente: "Vienes por el precio". Por si fuera poco, la letra del jingle abunda en el tema: "no quiero gastar", "no hay un precio igual". Y ya el remate es el truco del letrero del precio bien grandote: "este Bridgestone por 59 euros".

Recuperaba a un icono generacional del público objetivo del anuncio. ¿Quiénes son los que irían a Aurgi por el precio? Con toda seguridad, los ahora treintañeros que, en su época, bailaban el "Duro de pelar" como si no hubiera un mañana. Los padres que los esperaban en casa son más de concesionarios oficiales.

- Era autoconsciente. Rebeca se pone al servicio de la causa, destrozando el mayor hit de su carrera en beneficio de la marca. Además el anuncio tiene un lenguaje visual entrañable, con esos iconos que subtitulan el lenguaje corporal de su coreografía o el juego de ir apartando a la competencia para llegar a Aurgi.

Rebeca se erigía en la diva low cost perfecta para un taller de neumáticos baratos. Lo que "Misión Eurovisión" le quitaba, Aurgi se lo daba. Quizás no es mucho, pero menos tiene Leticia Sabater, por poner un ejemplo aleatorio.

Pero la felicidad no dura eternamente. En la nueva campaña de Aurgi nuestra Rebeca es reducida a ser "la Rebe" al lado de una diva máxima: Mario Vaquerizo.

El plan de dominación mundial de Mario, pues, avanza a toda mecha. Ya ha echado a perder a Fangoria y ha arruinado cualquier posibilidad de que Fabio McNamara tenga una biografía a la altura. A la espera de poder meter sus zarpas en Eurovisión, se entretiene quitándole lo poquito que le queda a Rebeca. Ten amigas para esto.

 
¿Por qué el nuevo anuncio de Aurgi es peor que antes?

- Porque no se aclaran ni ellos. "Aquí y ahora Aurgi está de moda" es lo más memorable del anuncio (en cuanto a mensaje, claro, del trauma estético no hablamos). Que sí que el Bridgestone sigue costando 59 euros, dos años después. Pero... ¿quién se ha fijado en eso? Por otro lado, me fascina cómo Mario y "la Rebe" pronuncian "Aurgi" de un modo y la voz en off de otro.

- Porque no se entiende la referencia. ¿Qué pinta Mario ahí? A lo mejor es que no reconozco si el jingle es la versión de algo, pero no entiendo la incorporación del personaje más allá de que sea Mario Vaquerizo. Por otro lado, "Aurgi está de moda", vale, pero... ¿Mario? O sea, una cosa es que el tipo esté en todas partes pero... ¿de moda? Si me apuras, tuvo su momento en lo que duró "Alaska y Mario". Todo lo demás es coñazo impuesto y ganas de figurar.

- Porque es un desatino. Aquí es la marca (y "la Rebe") los que se ponen al servicio de Mario y no al revés. Además, es que la jerarquía está clarísima: Mario > la Rebe > un montón de gente. ¡"Un MONTÓN de GENTE"! ¿Habrá modo más despectivo de referirse a tu público objetivo? La ironía, además, es que de todo esta gente Mario es el único que sabemos a ciencia cierta que no tiene coche. Que lo hemos visto en la MTV.

Así que, enhorabuena, Mario. Has conseguido que te paguen un anuncio a mayor pompa y honra de tu figura. Estilizadísima figura, si me permites.


domingo, 25 de enero de 2015

¡Abajo la Esteban!


Belén Esteban es una supernova. En algún momento de los últimos 15 años fue estrella, pero fue acumulando tensión hasta pegar un petardazo mayúsculo, que de hecho produjo su periodo de esplendor más fulgurante. Hay expertos que sitúan el zambombazo en relación a alguna de sus peleas conyugales, ofrecidas por fascículos en el ‘Sálvame’ de modo recurrente. Otras escuelas sostienen que el punto de no retorno se produjo cuando accedió a remodelarse el careto a expensas de la cadena donde trabaja, justo a tiempo para dar las campanadas de fin de año (y de evitar que se le cayera la nariz en directo en una de esas tardes de meriendilla frente a las cámaras). En cualquier caso, todos coinciden que para cuando confesó su adicción a las drogas y, voilà, se curó, la Esteban ya llevaba tiempo destruidita. Lo que vemos es sólo una luz que viene reverberando desde del pasado.

Pero, queridos lectores, parece que el brillo de la Esteban toca a su fin. Al fin nos hemos dado cuenta de que a la chica no la adornan muchas virtudes. Pero, ojo cuidao. Tampoco caigamos ahora en juicios precipitados. El reprobable comportamiento de la Esteban en la gala de ‘Gran Hermano VIP’ del jueves pasado puede que haya sido un mero parpadeo en el esplendor de la estrella y no su ocaso eterno. Al fin y al cabo, el comportamiento de la Princesa del Pueblo en las 24 horas de ‘Gran Hermano VIP’ no difiere mucho de lo que ha mostrado todos estos años en las 4 horas diarias de ‘Sálvame’: es inculta, ordinaria, egocéntrica, nada respetuosa con sus compañeros y, sí, hasta la hemos visto comer con la boca abierta.

Llegados a este punto, para poner las cosas en contexto, no puedo más que recurrir al mantra que nos han estado vendiendo desde el primer ‘Gran Hermano Standard’: esto es… ¡¡un experimento sociológico!! Aunque también es verdad que dejaron de insistir con la tontería cuando la cosa empezó a oler demasiado, creo de verdad que esta edición VIP refleja nuestra realidad, así de la calle, del día a día, de un modo que resulta doloroso de ver. Por eso al ver a la Esteban desparramada en el sofá hablando con sus secuaces algo muy dentro de ti grita ‘¡BRUJA!’.

Si no me creen, repasemos:

Belén Esteban es la matona del patio de colegio. Es la chica esta que nadie sabe por qué es popular pero que está claro que es chunga de la hostia. Se rodea de niñatas sin personalidad, que le hacen de sicarias y criadas según convenga y que perpetúan el rol de la líder por su propia estupidez y una buena dosis de miedo.

Belén Esteban es la vecina criticona. Una mujer que lanza su artillería sobre Coman porque se para a mirarse desnudo ante el espejo del cuarto de baño porque, dice, “le ve la polla toda España”, cuando ella tiene una colección de portadas de Interviú. O que le recrimina a Olvido ser mala madre, cuando es cuestión de pura cronología entender que la Esteban no siempre estaba al 100% durante la infancia de su propia hija (de hecho tenía picos que estaba al 300%).

Belén Esteban es la manipulación en los medios. Hubo una escena gloriosa en la que Olvido Hormigos estaba siendo entrevistada en la radio por Víctor Sandoval y la Princesa no le gustó lo que ahí se contaba. Rezumando poderío y despotismo, se va la Esteban para el teléfono, alza el auricular del Góndola rojo y espeta: “Echa a la invitada”. Y la echaron, claro. Que es lo que pasa día sí día también, tal cual, en los despachos de las teles públicas del país. Y algún que otro medio supuestamente privado, también.

Teniendo en cuenta lo anterior, llegamos al punto definitivo que echa por tierra cualquier teoría triunfalista sobre el fin de la Esteban:

Belén Esteban es el PP. Internet, especialmente Twitter, revienta de comentarios negativos, de trending topics con mala uva y se hacen virales memes que la ridiculizan. Todo el mundo tiene claro que la Esteban lo está haciendo de puta pena y que hay que pararle los pies. Igualito que lo que pasa con el Gobierno de este país. Eso sí, cuando toca votar, la militancia twittera se esfuma y al final prevalece el voto de las fans incondicionales, por engañadas que vivan. Y eso es lo que cuenta para mantenerla en su sitio. Crecidita, además.

Lo peor, queridos lectores, es que para que de verdad Belén Esteban caiga la única alternativa es que Kiko Rivera, aka Paquirrín, sea Podemos. Una perspectiva que da un terror lovecraftiano que te pasas.

¡Ay!


lunes, 19 de enero de 2015

'Big Hero 6'


Hay un momento en ‘Big Hero 6’ en que el protagonista, Hiro, abraza a Baymax, un robot inflable cubierto de vinilo. Como es una escena muy emotiva, detrás de ellos hay una ventana por la que se cuelan los primeros rayos de sol para enfatizar que es el amanecer de un nuevo día y que todo vuelve a empezar  y blabla. Todo lo que el momento tiene de cursi lo tiene de espectacular en la parte visual. El efecto de la luz en el cuerpo translúcido de Baymax es una auténtica virguería y, si el plano termina emocionándote como espectador es, en gran parte, por la perfección estética del momento.

Puedes hacer click en la foto para ampliar, pero en el cine, en HD, ya lo flipas.
Lo de esta escena es una constante durante toda la película. ‘Big Hero 6’ es una historia convencional envuelta por un deslumbrante apartado técnico. Lo cual provocará reacciones no menos predecibles en el público: mientras que los de arte y ensayo dirán que vaya mierdón, aquellos que nos pasaríamos horas observando el efecto de la luz en la armadura de Baymax pensamos que esta película es una puta locura. Una sobrada. Es, como dije en su momento, Disney sacándose la chorra y dando pollazos encima de la mesa.

Si ‘Big Hero 6’ no rompe la barrera de lo correcto desde el punto de vista argumental es, creo yo, porque llega tarde incluso para los niños menos expuestos a esta posmodernidad hambrienta de hoy en día. ‘Guardianes de la galaxia’ es un ejemplo muy reciente, casi simultáneo, de grupo de losers que se transforma en héroes de manera inesperada y, además, desarrolla una complicidad con el espectador que ‘Big Hero 6’ no consigue. Por otro lado, el innegable carisma de Baymax y su lado cuqui palidecen al lado del poder achuchable de un Totoro. Incluso elementos que resultan encomiables por introducir elementos de madurez en la historia, como el proceso de duelo por el que pasa el protagonista, redundan en clásicos inmortales como ‘El rey león’. Aunque no molesta para disfrutar de la película, hay una sensación de déjà vu constante, que solo rompe, como digo, el espectacular apartado técnico y artístico.

Pelo gana a vinilo.

Sinceramente, desconocía por completo  el cómic en el que se basa la película. Tampoco hace falta ser fan para asumir que lo que vemos en pantalla ha sufrido un proceso de disneyización, con sus valores clásicos y mensajes moralizantes. Pero, vaya, que si alguien quiere que lo traten como a un ser atormentado puede irse a DC, saliendo a mano derecha, y ponerse los Batmanses de Christopher Nolan uno detrás de otro hasta querer arrancarse la cara como el Joker. Lo que hacen las personas adultas, vaya. Por algo Disney compró Marvel y no esas franquicias de héroes taciturnos y filosóficos pero que visten como drags igual que las demás.

Por mi parte yo compro ‘Big Hero 6’ y las secuelas que vengan, mientras mantengan este nivel de poderío visual y este ambiente de ‘happy place’ en el que pasar un buen rato.

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